Esta palabra ha resonado mucho últimamente. Los medios de comunicación, los polític@s y personas de a pie la mencionan a diario y frecuentemente. ¿Conocemos lo que implica ser y sentirse responsable?
Es muy frecuente su uso en consulta cuando hago hincapié en la necesidad de tomar las riendas de la vida de cada cual para mejorarla. La responsabilidad alude al compromiso. Tomar decisiones conscientemente y mejorar el sentir y el actuar será siempre liberador y sano y de ahí, el objetivo terapeútico.
En alguna ocasión leí o escuché, no lo recuerdo, que la responsabilidad era algo así como la habilidad para responder conscientemente, y esta definición me agradó enormemente. Según la RAE es la capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente. De este modo, ser responsable nos hace poner la mirada sobre nuestro pensamiento, nuestras acciones, nuestros deseos, emociones y sentimientos, y mucho menos sobre pensamientos, acciones y demás de terceras personas. Nuestra responsabilidad abarca hasta la consecuencia adquirida por nuestros actos y comentarios aunque estos sean negativos o inadecuados, pero no así sobre las consecuencias de lo realizado o dicho por otr@s.
Siendo responsable nos ayudamos a tener una actitud más de aceptación, seremos más honest@s y confiables y confiaremos mucho más en nosotr@s y este proceder nos facilita el sentirnos más segur@s. Generar seguridad es fundamental para cada un@ de nosotr@s y el propio desarrollo.