Un día Dora, la ballena despistada, mientras nadaba por las profundidades del mar, ve en un barco hundido a un amigo misterioso al que desea conocer. Sin embargo, cuando entra en el barco, ese amigo que tanto busca no está. Surge entonces ilusionada, su aventura para localizarlo.
Por el camino se va encontrando con distintos animales: una cigala, un pez globo, un pulpo y una tortuga; y a todos les pregunta si han visto a su amigo, a lo que estos le responden, preguntando a Dora, si este amigo misterioso tiene algún parecido con ellos. Dora insiste en que el amigo que busca se parece mucho a ella, por lo que todos, animados, le acompañan en su búsqueda.
Cuando llegan al barco, los animales que la acompañan se dan cuenta de que el amigo que tanto desea Dora encontrar, no es más que su reflejo en un cristal, y se lo dicen. Y así, una vez finaliza la búsqueda, todos empiezan a chapotear y a jugar juntos mientras sonríen….
Seguramente, situándonos en la trama, podemos interpretar los hechos de distinto modo. Este cuento nos lleva a reflexionar y conduce a las diferentes opciones. ¿Qué te parece si pensamos sobre ello?
¿Crees que a Dora, la ballena despistada, le hizo bien obsesionarse con su plan e ir tras él, sin reparar en cuantos otros animales la acompañaban?
❖ Este relato nos enseña de algún modo, que a veces vamos en busca de algo o alguien, e ignoramos nuestro alrededor sin valorarlo, y lo que de verdad importa, las personas que nos acompañan en el camino, pasan a un segundo plano.
¿Crees que Dora buscaba a alguien similar a ella, y no reparaba en los otros, tan distintos y diversos?
❖ Podemos interpretar este viaje de Dora, donde buscamos a alguien similar a nosotros, y quizás en cambio, y sesgados por los prejuicios, a lo largo de nuestro viaje nos cruzamos o nos acompañan, seres muy diferentes, siendo esta diversidad en las relaciones algo muy enriquecedor para cada una de las partes.
¿Podemos entender nuestro cuento desde la perspectiva de la perseverancia y esfuerzo de Dora?
❖ Ella no flaqueó hasta encontrar lo que buscaba, aunque con ello se diera cuenta de que el amigo que tanto anhelaba no era más que su propio reflejo y estuviera equivocada todo el tiempo. Esto nos enseña que si intentamos llegar a donde queremos, tenemos la oportunidad de encontrar respuestas que no aparecen si nos quedamos en nuestra zona de confort y no intentamos avanzar.
Por lo tanto, podemos concluir que se tiene la necesidad de una mente curiosa y de búsqueda, donde se pueda no solo ver e imaginar el resultado ideal final, sino el camino, los acompañantes, las sensaciones de satisfacción en el propio proceso y el sentirse parte de un grupo, que aún siendo diferentes sus participantes, sean necesarios para la propia búsqueda.
Sara González Hernández
Psicóloga educativa