La OMS define la salud como un bienestar total físico, mental y social, y no solamente la ausencia de trastornos o enfermedades. Hoy nos centramos en el bienestar de la salud mental infantil.
Durante nuestras primeras etapas de vida, nos encontramos en constante cambio y evolución tanto en nuestro apartado físico como en el mental, pero deberíamos destacar sobretodo la vulnerabilidad asociada a este proceso.
Dependemos enteramente de otras personas para nuestra supervivencia, para enseñarnos y para cuidarnos en todos los aspectos de nuestra vida.
Los retos son constantes en esta época, empezando con nuestra primera separación de nuestros padres y madres, y el empezar los contactos sociales con desconocidos, lo que nos lleva a una gran incertidumbre.
Como progenitores, se tiene una gran responsabilidad en este momento, así como continuos y constantes miedos con lo que le puede ocurrir a los hijos e hijas, dado que nunca van a querer verles sufrir de ninguna manera. Sin embargo, tiene que existir un equilibrio entre su protección y darle alas para poder experimentar y desarrollarse correctamente.
Estar pendientes de los problemas que puedan surgir, pero dejarles cometer errores para aprender. Si se está siempre encima de ellos tampoco van a poder desarrollarse correctamente y van a generar una gran dependencia hacia sus progenitores, por lo que entraríamos en mayores problemas en el futuro.
Los padres y madres no deben ser una armadura protectora sobre sus hijos que les defiendan de cualquier problema. Deben ser un colchón que esté ahí para protegerles del golpe cuando se caigan y les ayuden a levantarse de nuevo.
Debemos recordar pedir ayuda siempre que estemos preocupados por ellos y no sepamos cómo actuar. No existe el padre o madre perfecto para salvaguardar siempre el bienestar de los hijos, así que pidamos ayuda siempre que lo necesitemos, tanto por la salud mental de los hijos como de los padres y madres.