Saltar al contenido

La frustración, maestra ante el dolor.

    La frustración
    La frustración, maestra ante el dolor.

    Hace días leía palabras sobre la necesidad de aprender a perder. Me llamó la atención este planteamiento haciéndome reflexionar sobre la posición que tomamos ante ello. ¿Cómo afrontamos el dolor de la pérdida, de la imposibilidad de satisfacer una necesidad o deseo? Este sentimiento de tristeza que nos embarga en un determinado momento, la decepción o desilusión por lo no conseguido ¿es posible que me enseñe en el caminar de la vida? Evidentemente sí. Cuando ciertos eventos no se dan como pensábamos o deseábamos, provoca en nosotros una reacción de angustia, de malestar, de enfado que se define como frustración. Es precisamente la actitud que tomamos ante ello lo que nos causa esa sensación desagradable, en ocasiones hasta insoportable y destructiva.  No olvidemos que aunque exista el dolor, el sufrimiento por ello es una opción, pero no la única.

    Existe erróneamente la creencia general de que todo en nuestra vida debiera ser fácil, pero es necesario tomar conciencia del saber enfrentarse a las circunstancias adversas. Radica inicialmente este problema comentado, en que alejamos o no asumimos el dolor en nuestras vidas. Sin este “malestar”, nuestra supervivencia estaría en peligro, puesto que el dolor es quien nos da señal de que algo no va bien. De forma similar, nos ocurre con la frustración. Es parte nuestra, no podemos ni evitar ni huir de ella pero sí aprender a menejarla e irla superando.

    La frustración, maestra ante el dolor.

    ¿Cómo aprender desde la infancia a soportarlo? Desde muy pequeñitos se nos da lo solicitado, puesto que normalmente  las peticiones realizadas corresponden a necesidades fundamentales (primarias), así el alimento, el abrigo,… A medida que crecemos las experiencias de la vida nos generan cierta frustración, ya que nuestras demandas en muchas ocasiones son deseos de aquellas cosas que no nos son necesarias. A los padres cada vez se les hace más crudo ir demorando el facilitar lo solicitado, pero es totalmente necesario saber del beneficio de la espera. Es de este modo como desarrollamos la capacidad de tolerar la frustración. Ante este mundo actual de inmediatez, saber esperar y no ceder manteniéndonos firmes ante los enfados del menor, ayudará con creces a adquirir las herramientas y recursos que le brindará la frustración y como no, soportará de mejor manera todos aquellos contratiempos que le sobrevengan. Se irá forjando una actitud ante lo deseado y no conseguido que le curtirá ante la vida y fortalecerá. Así de este modo se cultivará en perseverancia, soportando de manera adaptativa esa sensación desagradable.

    Como sabemos el mundo y la realidad vivida no giran en torno a lo que deseamos en todo momento y aprender del sufrimiento no es insoportable, pero con ello sí obtenemos un mayor nivel de bienestar, por lo menos a largo plazo. Todo depende de la actitud con la que queramos abordarlo.

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *