¿Cuántas opiniones y consejos escuchamos cuando somos madres? ¿Cuántos de esos hemos pedido? ¿Cuántos nos han resultado útiles y cuántos nos han hecho sentir culpables y que no lo estamos haciendo bien?
“Aprovecha a descansar ahora”
“Aprovecha a hacer cosas ahora, que luego…”
“Controla lo que comes, que si no te va a costar bajar el peso que subas”
“¿No tienes antojos? ¡Qué raro!”
“Dale pecho, es lo mejor”
“Mejor darle algunos biberones, para descansar tú y que el padre/otro progenitor también participe”
“Lo mejor es hacer colecho”
“Mejor que duerma en su cuna”
“Lo mejor que puedes hacer es portear”
“Lo más cómodo es el cochecito”
(…)
Si has sido madre, seguro que te suenan algunas de estas frases (y más). La maternidad es una etapa muy bonita, pero también difícil y llena de dudas y emociones de todo tipo. Por eso es importante cuidarte y escucharte a ti misma, lo que necesitas y quieres. Suena fácil, ¿verdad? Pues, aunque a veces parezca misión imposible, no tiene por qué ser tan difícil si estás preparada para ello.
Empecemos por el principio. Te quedas embarazada, y aquí ya suelen empezar los consejos y comentarios sobre la experiencia de otras personas. Es tu primera vez, así que estás dispuesta a escuchar y aprender. Esto es bueno, por supuesto, la experiencia de otras madres puede servirnos de aprendizaje. Pero es importante que no tomes su experiencia y consejos como verdades absolutas. Más bien mételas en un saco de información compartida, del que luego decidirás qué quieres tomar. Y, mientras tanto, busca información por tu cuenta. Información de profesionales relacionados con esta etapa perinatal: matronas, obstetras, pediatras, asesoras de lactancia, psicólogo/as. Ahí empezarás a ver las distintas opciones que hay, los pros y contras de cada una y podrás hacerte una idea más amplia para luego elegir. Y, además, descubrirás, que no hay una única opción “buena”. Muchas pueden ser válidas y la decisión dependerá de lo que valores tú y de las circunstancias.
Ya tienes la información y ahora toca decidir. Para tomar la mejor decisión no tienes que fijarte solo en criterios externos, o en consejo profesional. Tienes que mirar hacia ti misma y pensar: ¿Qué me gustaría? ¿Cómo me veo haciéndolo? ¿Qué valoro como mejor opción YO? Cuando respondas a estas preguntas, puedes hacer tu plan de acción. Intenta imaginarlo y visualizarlo de la forma más realista posible, con lo bueno y lo no tan bueno.